Los Pampas y los Pehuenches, emparentados entre sí por lazos sanguíneos, fueron los que jugaron el principal papel, en la Conquista del Desierto, por su energía y su resistencia al blanco, procedentes de la Araucanía, ocuparon toda la región de la llanura pampeana bonaerense por 1860.
Vivian en chozas o toldos, apuntalados por palos, cubiertos de cueros.
Los Ranqueles “gente del cañaveral”, parientes cercanos de los Araucanos, provenientes de Chile, encabezados por Yanquetruz, (quien traicionó a Mariano Rosas, hasta ese momento jefe de las Tribus pampeanas) derrotando a los Pampas, se forman en una confederación de tribus, que ocuparon desde el río Quinto al Rio Colorado, hasta su muerte en 1835, en que lo suceden varios caciques, que tuvieron épocas de paz.
Algunas de éllas, las formaron grupos de indígenas, dirigidas por blancos desertores o perseguidos por la justicia.
Los vorogas ocuparon la Pampa con su cacique Calfucurá, quien desató la historia trágica, ensangrentada por los malones, hasta 1873 que falleció, lo sucedió Namuncurá, quien fue derrotado por las fuerzas Nacionales.
Todos éllos ocupantes del territorio Argentino, fundamentalmente las provincias de Bs.As., La Pampa, Santa Fe, Córdoba y San Luis, fueron llamados bárbaros, herejes y sanguinarios y otros epítetos más, por los cuáles debían ser combatidos, si queríamos que el país se desarrollara, nadie dijo que ésta era una cultura diferente, que debía ser educada y no exterminada: ¿pero en los primeras albores de la humanidad, no presentaron acaso otro cuadro igual? ¿No eran gavillas de bandoleros, rapaces y sanguinarios, crueles y traidores?
Entonces ¿Qué tiene que decir nuestra desencantada civilización?
Qué queremos que los indios no nos asolen, es lo mismo, que quejarnos que los gauchos sean ignorantes, viciosos y atrasados.
¿A quién la culpa, sino a nosotros mismos? (Lucio V. Mansilla “Una excursión a los indios ranqueles”.
Pincén
En 1972, hizo su aparición Pincén (Pinthen, o Pin –Tin, (amantes de sus antepasados), hijo de Namuncurá y mujer blanca, (o también hijo de Ayllapán y Amuypán, dícese nacido en Carhué, Casado con Paula Laitú, hija de Kincumecul y de Imayman, nativa de Chandileufú,(según actas de bautismos del 15/9/1979) y una segunda mujer blanca sobrina del General Arredondo.
Francisco Cathunau (o Catrinau) ,( traducido como tigre petiso)Pincén o Pinsen, nombre de guerra y Cathunao, variantes, por el linaje familiar, quien dice ser voroga Argentino y no un vorongano Chileno como Calfucurá, usurpador de nuestras tierras.(diario La opinión de Trenque Lauquen, por el especialista José F. Mayo)
Su hijo Francisco Pincén Cathuno (o catrinao), nacido hace 55 años, nativo de Carhué, hijo de Allapán y de Amypán (la madre). Acta de bautismo del 15/9/1979, isla de Martín García.
Su hijo Simón Martín Nahuelghur, nacido hace 33 años, hijo del cacique Pancho Pincén y Paula Laitu, nativo de Carhué.
Su hija Ignacia (Catrinao o Cathinao) Martina, nacida hace 13 años, hija de Pancho Pincén y Paula Laitu, sin lugar de nacimiento (actas de bautismo, Isla Martín García, el 15/9)1979.
De una bravura, coraje e inteligencia sin igual, su cuartel y refugio final, fue Toay de Santa Rosa (L.P.), (Hace algunos años se reconoció su origen, y su presencia, como únicos dueños de estas tierras, levantándose un monumento, en la circunvalación al sur de la ciudad, con la asistencia de autoridades y de toda la comunidad indígena), ocupó Salinas Grandes, Trenque Lauquen, y toda la zona noroeste de la Provincia de Buenos Aires, fue un baluarte en aquella lucha sin cuartel con el blanco.
Los pampas
Los Pampas, son los hijos naturales de estas tierras, que por miles de años la habitaron, donde están las cenizas de todos sus antepasados, pero que una cultura llamada civilización, los desalojó sin miramientos, ni piedad, su sangre abonó esta tierra, junto al abnegado y valiente soldado, por el solo hecho del avance del capitalismo extranjero, a quiénes le fueron entregadas estas tierras por unas pocas monedas, produciendo un nuevo modelo social.
Los indios se trasladaban permanentemente en busca de sustento y de comunicación con otras tribus, por los que llamaron pomposamente “Caminos reales”, y lo hacían en forma zigzagueante, esquivando guadales, pantanos, vizcacháles, uniendo las lagunas, donde abrevaban los animales y el indígena, el tan necesario y ansiado líquido; con su único inigualable, transporte, “el caballo “ que era capaz de galopar leguas sin detenerse ,ni dar muestra de cansancio, corría hasta con la patas traseras atadas, esquivando todas las anomalías del terreno nombradas y hundidos en los pantanos, médanos, cruzando montes, perdiéndose velozmente entre los pajonales, sin perder el rumbo, ni de día, ni de noche, en esas andadas jamás lo hacían por puntos fijos, fácil de ser hallados.
El caballo nunca era maltratado, se lo amansaba con suaves caricias, hasta dominar dócilmente, a una obediencia total, aquel animal que pasaban a transformarse en un centauro; (hombre – animal); se lo conducía sin freno, ni rebenque, ni espuelas, solamente con suaves golpes de mano sobre su cogote, y la voz de mando.
Decía el Comandante Prado, eran luz en el desierto, que aparecía y desaparecía, a la misma velocidad, perseguirlos era tiempo perdido y se podría correr el riesgo de ser atacado por otros indios emboscados.
Para el gaucho o el indio, el caballo era lo más importante en su vida, ya que élla, dependía de áquel, se podía perder o cambiar cualquiera de sus pertenencias, inclusive su esposa, pero no su caballo.
Eso lo entendió muy bien el General Conrado Villegas, que formó la mejor caballada, llamada “los Blancos de Villegas” que fueron elegidos entre unos 6.000 (seis mil) animales, escogió los mejores y formó una tropilla de 600 (seiscientos), de pelo blanco, bayos claros, y tordillos blancos, eran seiscientos caballos de acero, que fueron adiestrados hasta tener las mismas condiciones y habilidades que el caballo del indio; para ellos exigió los mayores cuidados, el soldado podía estar tiritando de frío, pero los caballos estaban tapados con una frazada, el soldado no tendría para comer, el caballo la ración del mejor pasto, y sólo se los podía usar para los casos de mayor importancia
Esa era la única manera de combatir al indio.
Fuente:“Tres Algarrobos, tiene su historia” Jorge A. Marcos
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